¿Te cuento un cuento?

A esta pregunta van enlazados muchos de los recuerdos con mi hijo, a veces leíamos juntos las historias imaginadas por otros, a veces le brindaba mis propias creaciones. Todas las historias que cree con él y para él las corroyó el olvido, permanecen, sin embargo, su mirada llena de expectativa y el cariño que encerraba ese espacio de los dos. También me quedó el gusto por inventar, por llevar a las palabras el mundo de lo que es probable, sino aquí, quizás en otra estrella, en otra galaxia o en otro universo.

Los cuentos que les ofrezco no tienen la pretensión de ser una obra literaria y, aunque nacen de la relación profesional que por años he tenido con diferentes familias, no buscan aleccionar padres ni hacer niñas y niños correctos y buenos. Lo que sí quieren ser, es una mirada al interior, a lo profundo, al sedimento que está en el fondo del río. Y el sedimento lo ponen ellos, las niñas y los niños, lo mío es tan solo el escrito, la organización gramatical de su oralidad.

Ninguno de los cuentos es una transcripción exacta de la realidad, de esta toman únicamente la inspiración. Algunos fueron armados conjuntamente con los niños y las niñas, otros cobraron vida a partir de palabras o frases dichas por ellos que resumen y exaltan su experiencia emocional como lo son un colchón que flota sobre lágrimas o un miedoso bebé rojo. Hay un reuso de su lenguaje simbólico, el mismo que les ayudó a externalizar la vivencia que se había vuelto un ovillo difícil de desenredar y al hacerlo les fue más fácil observarla, comprenderla y llenarse de esperanza porque lo que no se desenreda no se puede trabajar y no se puede cambiar.

Los cuentos están hechos para los niños y las niñas. Para los adultos es esta introducción y las explicaciones que acompañan los relatos, puede que encuentran allí respuestas a preguntas que se han estado haciendo o que estas se vuelvan una guía para consultar fuentes más amplias de conocimiento. Por mi parte, pienso, que su mayor valor es poder entender a través de los ojos de un niño lo que es puramente teórico, mi experiencia me ha mostrado que hay padres que encuentran esto enriquecedor.

Aclaración para los lectores de todas las edades:

Los protagonistas de estas historias son Luisa y Patricio. Sus papás, sus hermanos y sus amigos los llaman Lu y Pato, y con este apodo cariñoso aparecen en los cuentos.

Lu y Pato pueden llegar a ser muy distintos de cuento en cuento, en algunos tener hermanos y en otros no, en algunos paracer de 5 años y en otros de 9, en algunos saber nadar y en otros tenerle pavor al agua. La explicación es realmente muy sencilla: cada historia acontece en un universo paralelo que desconoce la existencia de todos los demás.

Sin importar en qué universo estés, te invito a leer los cuentos con curiosidad y si encuentras algo que te ayude a poner afuera lo que duele adentro o a mirar al monstruo sin intimidarte, lo agarres con fuerza y lo aproveches. El esfuerzo hecho está y un esfuerzo hecho por una niña o un niño siempre merecerá ser compartido.

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